Desde la década de 2000, he observado de cerca la creciente concienciación sobre la racionalización del consumo de agua. Una evolución que no me ha sorprendido: las señales alarmantes sobre el agotamiento de vastos acuíferos han desencadenado una movilización internacional con el objetivo de contrarrestar esta amenaza creciente.
NÚMEROS
Actualmente, aproximadamente un tercio de los acuíferos más grandes del mundo se están agotando, y el 20% está sobreexplotado – según la FAO.
Los factores de riesgo para este recurso natural son múltiples, siendo los principales el crecimiento demográfico, la insuficiencia de precipitaciones y, no menos importante, la ineficacia en la aplicación de las leyes vigentes.
La limitada capacidad de control de las autoridades o la falta de normativas claras y restrictivas son los principales catalizadores de la explotación excesiva y no regulada de los acuíferos. Mi experiencia me ha permitido ser testigo de cómo estas cuestiones deben abordarse urgentemente con un enfoque más consciente, incluso por parte de las grandes empresas. Garantizar la sostenibilidad de este recurso vital para nuestro planeta es primordial.
En este escenario, ¿cómo pueden navegar las empresas para salvaguardar los recursos hídricos? ¿Qué elementos podemos reconocer en las empresas a la vanguardia de la recuperación de aguas residuales, empezando por los métodos utilizados?
INTRODUCCIÓN
Una gestión sostenible del agua mediante el reciclado
Como ya he mencionado anteriormente, especialmente en la última década, ha aumentado la concienciación sobre la escasez de agua. El aumento de los costes y las dificultades para abastecerse de este recurso han provocado la movilización de los grandes grupos de compra europeos y estadounidenses, que han reevaluado el papel de los proveedores. Se han impuesto normas más estrictas a estos proveedores, tanto en materia de regulación de vertidos como de recuperación y reutilización del agua, que a menudo superan las normativas locales.
Por lo tanto, un requisito fundamental para los grandes compradores occidentales pasa a ser la búsqueda de proveedores que cumplan la normativa sobre vertidos al medio ambiente y demuestren que tienen planes para implantar un sistema de recuperación del agua. En este sentido, el papel del Sustainability Manager se convierte en un factor clave dentro de los grupos de compra y decisión. Esta figura tiene la capacidad de influir en los futuros planes de producción de los grandes grupos industriales, incluidos los de los sectores de la moda y el mueble.
Volviendo a la pregunta inicial: ¿Qué parámetros debe tener en cuenta el responsable de sostenibilidad a la hora de seleccionar proveedores? ¿Y cómo se puede identificar a los que realmente recuperan las aguas residuales? Exploremos juntos estos aspectos.
ANÁLISIS
Impactos de los métodos tradicionales de tratamiento de aguas residuales
Las aguas residuales pueden tener diversos efectos sobre el medio ambiente si no se tratan adecuadamente antes de verterlas. Pueden introducir contaminantes en el entorno, favorecer la eutrofización de los medios acuáticos y causar daños. Además, las aguas residuales no tratadas pueden afectar negativamente a la salud humana al liberar agentes patógenos como bacterias o virus.
Para mitigar estos efectos adversos, es esencial que las empresas adopten tecnologías punteras de tratamiento de aguas residuales antes de verterlas al medio ambiente, garantizando así la seguridad tanto del ecosistema como de la salud humana.
Tratamientos de aguas: repercusiones
La elección de los proveedores adecuados depende fundamentalmente de los métodos de recuperación de agua que empleen para mitigar los efectos medioambientales. Permítanme aportar algo de contexto sobre cómo han evolucionado los procesos, enmarcando tres enfoques principales:
- Vertido de aguas residuales tratadas – Hasta la década de 2000, la comunidad internacional pretendía animar a las industrias a utilizar tratamientos de aguas residuales para verter menos agua contaminada al medio ambiente;
- Recuperación y reutilización de aguas residuales – Desde principios de la década de 2000, los debates se han centrado en los sistemas de recuperación. Inicialmente, la recuperación no superaba el 40%, utilizando filtraciones de arena y resina. Sin embargo, estos métodos no permitían eliminar las sales del agua. En la industria textil, donde el uso de sales es considerable, utilizar agua muy salina significa recuperar agua agresiva y corrosiva para la maquinaria textil. Posteriormente, la adopción de la ósmosis inversa cobró protagonismo, al ser la única tecnología capaz de eliminar los Sólidos Totales Disueltos (TDS), concretamente las sales.
En nuestro artículo hemos detallado la evolución de estos procesos.
De hecho, son estos diferentes enfoques del tratamiento del agua los que ayudan al gestor de sostenibilidad a seleccionar proveedores más responsables y sostenibles, favoreciendo a aquellos que adoptan la ósmosis inversa. Si usted es gestor de sostenibilidad, pregunte a sus socios potenciales: ¿cuál de estos sistemas emplean?
ENFOQUE
¿La ósmosis inversa es el tratamiento de aguas residuales más avanzado?
Si una empresa utiliza procesos de ósmosis inversa, está realmente a la vanguardia. De hecho, la ósmosis inversa es el sistema que ha permitido recuperar hasta el 95% – 98% de las aguas residuales. Esto conlleva importantes ventajas: menores costes de inversión inicial, reducción de los gastos operativos, menor uso de productos químicos, ausencia de paradas de producción, automatización completa y una larga vida útil de todo el sistema.
La revolución (y evolución) de la ósmosis inversa
La ósmosis inversa es el resultado de varios experimentos realizados en las dos últimas décadas.
Los sistemas de recuperación iniciales permitían una recuperación de hasta el 70% mediante una sola etapa, que más tarde aumentó hasta el 85% con dos etapas. Permítanme explicar mejor qué significan una y dos etapas.
La ósmosis inversa es un sofisticado sistema de filtración que permite separar el agua tratada en dos flujos: el agua purificada, denominada agua permeada, y los contaminantes concentrados, conocidos como concentrado o flujo de rechazo. Este proceso se suele denominar ósmosis inversa de una sola etapa y permite recuperar aproximadamente el 70% del agua permeada (el porcentaje exacto depende de las características del agua).
En situaciones en las que es necesario aumentar aún más el porcentaje de recuperación, se requiere una segunda etapa de ósmosis inversa. Esto implica tratar el flujo de rechazo de la primera etapa con una segunda unidad de ósmosis inversa. A su vez, esto genera otro flujo de permeado y un flujo de rechazo, mejorando potencialmente la recuperación global hasta el 85%. Sin embargo, el porcentaje exacto sigue dependiendo de las características específicas del agua tratada.
Sin embargo, seguía habiendo muchos problemas asociados a este tratamiento. De hecho, la ósmosis inversa requería un agua tratada en un grado que garantizara la casi ausencia de sólidos suspendidos totales (SST) para evitar que obstruyeran el sistema. En la primera década de los 2000, este pretratamiento de ósmosis implicaba:
- tratamiento biológico, mediante el uso de bacterias
- sedimentación secundaria
- filtración de cuarzo
- ultrafiltración.
Se trataba de tratamientos sofisticados que hacían que el sistema fuera delicado, manual y caro tanto en términos económicos como operativos. Sólo en 2010 fue posible sustituir los tratamientos intermedios (sedimentación, filtración de cuarzo y ultrafiltración) por un único tratamiento de membrana, conocido como M.B.R..
¿QUÉ ES LA M.B.R.?
Es un tanque adecuadamente aireado que se utiliza para eliminar contaminantes orgánicos, bacterias y otros contaminantes. Estos reactores crean un ambiente controlado donde los microorganismos, esenciales para el tratamiento de las aguas residuales, pueden degradar y descomponer los contaminantes orgánicos presentes en el agua o en los residuos sólidos. Mediante el reactor biológico se puede reducir la carga contaminante del efluente sin necesidad de utilizar sustancias químicas. Más información.
VADEMÉCUM
Finding companies that save water by recycling
Volviendo al punto principal: ¿qué sistemas de recuperación debe priorizar un responsable de sostenibilidad a la hora de elegir una empresa colaboradora?
A la hora de identificar proveedores, hay que tener en cuenta los siguientes factores.
La planta de tratamiento de agua debe ser 100% biológica
El tratamiento de las aguas residuales debe ser de vanguardia, utilizando bacterias y sustancias orgánicas para degradar los contaminantes en compuestos más pequeños. Los sistemas avanzados, de hecho, evitan el uso de componentes químicos.
Hay que eliminar al menos el 90% de los contaminantes de las aguas residuales
No basta con reducir los contaminantes; el impacto debe ser prácticamente nulo. Los sistemas más avanzados, como la ósmosis inversa, permiten una recuperación de hasta el 95% – 98%. Los métodos que recuperan menos son demasiado anticuados. La aplicación del tratamiento biológico, como se ha visto, es una fase previa o preparatoria necesaria para la recuperación medioambiental. Sólo a través de estos procesos pueden liberarse las aguas residuales al medio ambiente circundante o reutilizarse.
La sostenibilidad también es económica
La verdadera recuperación sostenible también debe serlo en términos de tiempo y presupuesto. Debe lograrse con la menor inversión, proporcionando el máximo rendimiento, como en el caso del MBR y la ósmosis inversa. Esto también demuestra la astucia y la sostenibilidad económica de una empresa.
Confiar en las certificaciones y normativas
Es interesante comprobar qué certificaciones internacionales y de terceros ha recibido una empresa, también gracias a la recuperación de aguas residuales. Además, la presencia de normativas relacionadas con el tratamiento de aguas residuales en los países donde operan estas empresas es un indicador adicional de fiabilidad.
Buscar socios en países ya especializados
No solo Japón, Italia o Estados Unidos; India, Bangladesh, China, Sri Lanka y México también cuentan con empresas con visión de futuro en el tratamiento de aguas residuales. A los profesionales de estos países les mueve el objetivo de difundir estas tecnologías nicho en los países en desarrollo.